Nuestra historia
A mediados del siglo XIX (1836) la distinguida chillaneja, doña María Juana Gregoria Irizar Arrau, y otras mujeres como María Magdalena del Pilar Amunátegui, María Cruz Arrau, María Mercedes Rioseco, se empeñaron en fundar un monasterio de religiosas en la nueva ciudad de Chillán a cargo de la “Congregación de la Purísima Concepción”, la que desde su aprobación por la Iglesia Católica ha tenido como carisma o distintivo fundamental la educación y como elemento representativo su obra educacional, hoy el Colegio de la Purísima Concepción.
La idea de fundación sólo se comienza a concretar en 1839 cuando doña María Juana donó sus bienes para la construcción del Monasterio junto al cual funcionaría una escuela, estableciendo entre otras condiciones el que ella fuese admitida en el claustro. Entre los bienes donados estaban la manzana en que hoy funciona el Colegio y la casa mayor de la Congregación. Ante la idea de fundación del Monasterio, la Municipalidad de Chillán contribuyó cediendo la manzana siguiente en dirección este.
Doña María Juana no sólo gestionó el espacio físico para instalar el Monasterio, además logró que, en 1840, Monseñor Diego Alonso de Elizondo Prado, Obispo electo de Concepción, otorgara una favorable acogida a la idea de dicha fundación. Al año siguiente el Gobierno de Chile otorgó la licencia correspondiente y el año 1852 la Santa Sede permitió al Obispo erigir canónicamente la nueva Congregación de la Purísima Concepción. En el intertanto Monseñor de Elizondo falleció, nombrándose un nuevo Obispo de Concepción, Monseñor José Hipólito Salas y Toro, quien debió solicitar nuevamente a Roma la facultad de proceder a la elección canónica, la que le fue concedida el 27 de julio de 1857.
La nueva Congregación nace oficialmente el día 1 de diciembre de 1859, pasan algunos años y es así como en 1867 se inicia la enseñanza fundándose una escuela gratuita para niñas, convirtiéndose en la institución educativa para mujeres más antigua de la ciudad.
Dicha escuela fue altamente considerada por la sociedad de la época, el número de estudiantes crecía cada día. Es por ello, que ocho años más tarde, en 1875 se crea el Colegio de la Purísima Concepción con el fin de dar continuidad de estudios, proporcionando pupilaje, lo que hoy se conoce como matrícula regular; medio pupilaje, matrícula con almuerzo e internado, lugar dentro del mismo establecimiento, donde las estudiantes se quedaban a dormir y recibían alimentación completa, debido que muchas niñas vivían en lugares apartados de la Provincia, incluso desde Argentina.
En ese entonces la Escuela y el Colegio funcionaban juntos ocupando toda la manzana, siendo un edificio de dos pisos. Sin embargo, todo el esfuerzo realizado por años se vio derrumbado por el violento terremoto de 1939, que fue sin duda alguna, el mayor traspiés que haya sufrido la gran obra de la Congregación. Los embistes de la naturaleza, no pudieron con el coraje de las esforzadas religiosas, quienes ese mismo año continuaron con la enseñanza en pequeños grupos de estudiantes. Con el correr de los años se juntaron nuevos recursos, el vasto edificio volvió a ser reconstruido.
En 1980 se llevó a cabo lo que por mucho tiempo se anhelaba, la fusión de ambos establecimientos educacionales, uniendo la Escuela Particular N°3 de la Purísima Concepción con el Colegio que de ella surgió como Colegio de la Purísima Concepción, ambos de la Congregación con el mismo nombre. Con esto desaparece la escuela, la que fue obra de un deseo profundo de la madre fundadora María Juana Gregoria Irizar Arrau y Monseñor José Hipólito Salas y Toro, quien la apoyó en cada una de sus gestiones.
Cabe señalar que durante los años 1968 y 1987 aproximadamente el colegio recibió estudiantes varones. Durante el segundo período de Madre Teresa Arellano Castro como superiora de la Congregación se creó el Hogar de Niñas de Pemuco y se construyó la nueva casa de la comunidad, lugar donde aún residen las religiosas.